domingo, 12 de abril de 2015
Esto
sonará cliché pero la verdad es que no tengo ni idea de cómo empezar esta carta
más que de esta manera: ¡Cómo han pasado los años!
Es verdad que el tiempo no pasa en vano, y no lo digo exactamente porque hoy
sea tu cumpleaños y seguramente esto te hará sentir un poquito vieja; más bien
lo hago pensando en todo lo que hemos compartido juntas.
¿Alguna vez te he dicho que los 15
fueron la mejor etapa de mi vida? Tengo tantos recuerdos sobre la escuela, las
fiestas, los amores platónicos y no platónicos… Pero sobre todo, tengo muchas
memorias sobre mis amigas. Amigas con las que compartí desde juegos hasta
lágrimas. Sé que muchas de ellas hoy en día no están a mi lado por distintas
razones, y sé que probablemente a muchas no las vuelva a ver en la vida. Sin
embargo, me hace muy feliz el saber que tú eres una de las que llegó para
quedarse.
¿Recuerdas? ¿Te acuerdas de todas las
tardes de ensayo intentando seguirle el paso a ese lindo chico de ojos verdes?
¿Recuerdas los vestidos, el maquillaje y los nervios? ¿Te acuerdas de todas
esas tardes tratando de grabar un video blog sin reírnos durante 30mins? ¿O la
etapa de la ropa negra, el fleco largo y las cicatrices? ¿Y qué tal de la
crisis de los 18? ¿Recuerdas esa presión por querer crecer?
Puedo seguir y seguir con las
preguntas. No lo parece pero seis años han pasado, diferentes etapas de
nuestras vidas, y aunque estemos relativamente lejos, siempre volvemos la una a
la otra porque… Porque eso es la amistad ¿o no? Porque a pesar de todas las
imperfecciones que tengamos sentimos esa necesidad de contarnos cosas y vivir
experiencias. Tú has sido de las pocas personas que conozco que no sólo comparte
conmigo las borracheras, sino que también se queda durante cruda. ¿Me entiendes
no?
Y lo único que te quiero decir con esta
extensa y aburrida carta es: GRACIAS. Gracias por escucharme decir lo que sea
que tenga que decir, gracias por reírte conmigo de las estupideces más tontas,
gracias por secar mis lágrimas cada que tengo el corazón roto, gracias por
sentarte conmigo en la banqueta a llorar, gracias por leer todo lo que escribo,
gracias por bailar y cantar junto a mí, gracias por compartirme la cerveza y el
tequila, gracias por ser amiga de mis amigas, gracias por ser amiga de mi
hermano, gracias por no dejarme sola cuando a mi madre se le ocurre hacer el
ridículo, gracias por nunca olvidarte de mí, gracias por estar ahí cuando
simplemente no soy yo, gracias por dejarme fotografiarte, gracias por hacerme
burla por mi cabello de “Mi Pequeño Pony”, gracias por aceptarme, gracias por
no juzgarme, gracias por aventurarte a conocerme, gracias por hacerme sentir
como una verdadera amiga y sobre todo, muchas gracias por seguir siendo parte
de mi vida.
Tal vez, si lees todas las cartas en este blog podrás ver que esta es diferente. Esta carta no la escribí con lágrimas en los ojos, ni con enojo en el corazón, la escribo con una sonrisa en el rostro... Porque pues, es para ti.
En verdad no espero que nuestra amistad
dure para siempre, porque ambas sabemos que eso no sucederá. El “para siempre”
no existe. Pero nunca nada en verdad termina. Así que, espero que sigamos acumulando anécdotas a la lista,
fotografías al álbum y sentimientos a las aventuras.
Desde mi rellenito corazón,
Tu patito.
P.D. Sí, soy bien cursi.
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